Juan Carlos Solines: en las antípodas de los valores y el sentido común de los ecuatorianos

Para el filósofo italiano Antonio Gramsci, la dominación política y económica que ejerce una clase social sobre el resto de la sociedad está íntimamente vinculada con la constitución de una hegemonía cultural en la cual, entre otras cosas, se da validez a valores, imaginarios, percepciones y prácticas que consideran como legítimas y son ampliamente aceptadas por la mayoría de las personas. Estos elementos, que alimentan lo que podríamos llamar el “sentido común”, también vienen acompañadas de mecanismos de objeción respecto a quienes se atreven a desafiar dicho sentido. Para Gramsci, cuando ocurren profundas transformaciones políticas y la hegemonía deja de ser ostentada por una clase en particular, también se dan fuertes cambios culturales en los que se trastoca el sentido común dominante.

En los últimos años, nuestro país ha vivido una indudable transformación política que ha sido acompañada por varios cambios en los valores, imaginarios, percepciones y prácticas comunes de la gente. En materia de inclusión y garantía de los derechos de las personas con discapacidad, el Ecuador ha vivido una transformación radical. En primer lugar, el Ecuador tiene un marco normativo (la Constitución de la República, una Ley Orgánica de Discapacidades, el Plan Nacional para el Buen Vivir y una Agenda Nacional para la Igualdad en Discapacidades) de gran profundidad en la materia. Así mismo, se ha generado institucionalidad y se han puesto en marcha políticas públicas para llevar dicha normativa a resultados tangibles en términos de inclusión y respeto a los derechos de las personas con discapacidad. Sobraría en este punto discutir los logros de la Misión Solidaria Manuela Espejo y otros tantos esfuerzos enfocados en este objetivo y cuyos resultados saltan a la vista. Pero más que detenerme en la normativa, políticas gubernamentales y en los indudables resultados de las mismas hay que recalcar que, de la mano con todo lo anterior, se ha consolidado en nuestro país una nueva hegemonía cultural o un nuevo sentido común en torno a las personas con discapacidad: no son más aquellas personas que merecen pena, caridad o hasta ocultamiento. Ahora, son claramente sujetos de derechos que deben estar perfectamente incorporados en nuestra sociedad y no deben ser objeto de ningún tipo de discriminación.

Parece que esto no lo entiende el Abogado Juan Carlos Solines (ex compañero de fórmula y co-ideario del candidato banquero Guillermo Lasso) cuando expresa que el ex Vicepresidente Lenin Moreno debería someterse a un examen médico que certifique su condición física para poder gobernar un país, en caso que decida terciar por la primera magistratura del Ecuador. O quizá el señor Solines habla desde la añoranza de un país dominado por la vieja clase política en que los grupos tradicionalmente excluidos, entre ellos las personas con discapacidad, eran exclusivamente recipientes de lástima y de ninguna manera eran incorporados en la vida pública de nuestro país.

No, señor Solines. En el Ecuador de hoy, no solo que existe un marco normativo, institucional y una serie de políticas que garantizan los derechos y la inclusión de las personas con discapacidad a todos los ámbitos de la sociedad, incluyendo el servicio público y la política. Además, impera un conjunto de valores y prácticas sociales donde comentarios como los suyos son sencillamente inaceptables y desencadenan sentimientos y expresiones de rechazo. Actualmente, prevalece en el Ecuador un nuevo conjunto de valores, prácticas y sentidos que ciertamente no son los suyos y que usted parece no estar mínimamente interesado en comprender.

Horas después trata de justificarse diciendo que no se refería a la discapacidad de Lenin Moreno sino a una supuesta condición médica. En este punto cabría recordarle al Abogado Solines que la Constitución establece que nadie podrá ser discriminado, tampoco, por su estado de salud (Art. 11 de la Constitución) y esto se refiere a todos los derechos establecidos en la Carta Magna, incluyendo el derecho a ser elegidos, participar en asuntos de interés público, participar en movimientos y partidos políticos, y desempeñar cargos públicos (Art. 61 de la Constitución). Por otra parte, señor Solines, creo que sus expresiones no hacen más que seguir chocando contra el sistema de valores y prácticas que compartimos la gran mayoría de ecuatorianas y ecuatorianos con respecto a las personas con discapacidad y sus derechos. Nada usted contra corriente señor Solines y flaco favor le hace al candidato banquero en su obstinada campaña por llegar a Carondelet.

En este sentido, me sumo al amplio rechazo que han generado sus comentarios discriminadores hacia el ex Vicepresidente Lenin Moreno. Así mismo, rechazo aquellos intentos de justificarlo o victimizarlo desde posturas carentes de análisis, cegadas por el odio y que, al igual que usted y las viejas élites políticas, desconocen con arrogancia los valores y prácticas comunes que acompañan la transformación que ha vivido el Ecuador en materia de inclusión y garantía de derechos.

Texto publicado en: http://lajunta.ec/2016/09/26/juan-carlos-solines-en-las-antipodas-de-los-valores-y-el-sentido-comun-de-los-ecuatorianos/
Publicado: 2016/09/26

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